Intento remendar mis heridas con hilares rotos y cristales afilados por la pena y el dolor de tanta ausencia, aquí sumida en este laberinto de inquietudes, donde tu voz resuena como campanas fúnebres anunciando sin más tregua que mi llanto… la vívida caricia de tu mano fría como un fantasma que me marca entre los poros, aquella indiferencia tuya de marcharte solo, dejándome tirada en medio del vacío de tus ojos negros, más negros que la noche más oscura y que el recuerdo más funesto…
Y entonces respiro ese aroma a tu partida, como el humeante rastro que dejó aquel tren en el andén del alma, donde mi maleta vacía y destajada aún está esparcida entre los rieles de tu huella y aunque intento recoger cada despojo, desfallezco y me sumerjo en esta pena que ha de llevar tu nombre hasta que llegue aquel verdugo que se asoma a mi ventana cada noche y me repite que tu nombre es como luna en estampida que se asoma sin medida a la nostalgia y que se burla como niño de esta rabia, que me tiene aprisionada aquí en el alma!
Y la noche cual puñal de plata pura, me atraviesa los costados y me abraza la amargura con su manto helado en madrugadas frías…así afilado en actitud silente…esperando que yo muera!
Eileen
0 comentarios:
Publicar un comentario