Y me atravesé las plazas desiertas de piedras y ceniza…y crucé la fría soledad del alma en un suspiro, evitando que un gemido te encontrara en el silencio, y te contemplo en un momento y me hago como el agua destilándose en el alma…que brilla en el vacío de tu sombra endeble y grita del dolor hiriente…que atraviesa mi costado con la daga de tu ausencia inerte…esa que me azota y me congela en el frió de una noche triste que lleva tu nombre impreso en cada esquina…y tu huella eterna en las aceras fijas que cruzan la vereda de mis sueños y el camposanto de mis labios abiertos en las sombras donde los fantasmas (corren como duendes negros) a esconderse en los recodos de un recuerdo
que te pertenece eterno… en la triste memoria de mis huesos!
Y se escuchan los violines en la marcha fúnebre que huele a despedida (donde avanza corazón…) en estampida, esa historia del ayer en fuga fiera! Y ni el viento te alcanzó y te fuiste lejos…y hasta el polvo se quedó sobre tus pasos tan marcados (por la huella que no vuelve) como amor no vuelven nunca (aquellas golondrinas blancas) que pintamos de añoranzas, con las miradas claras y las manos llenas, cuando tú me amabas!
De cerca…me contempla la tristeza…quisiera abrazarme y no se atreve me ve tan indispuesta (que le duele) como a mí me duele el alma en tu partida…y cuento los minutos con los dedos y las horas (con mis ojos negros) por el duelo intenso de no mirar tu rostro como lo hice mi cielo, tantas veces, cuando se escuchó al invierno asomarse a la ventana, aquellas noches largas…(sin palabras) donde nos dijimos tanto!!
Eileen
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