Quizás pensaste mil veces que podría levantarme de la caída mortal del abismo de tus ojos, hasta el sórdido lamento de mi alma, donde parpadeaste con tus pestañas de fuego, como azotes de nostalgias en mis manos, que intentaron atraparte siempre
Pero fuiste como un águila real en cautiverio, mientras mis brazos te apretaron tanto, que en tórrida batalla me venciste y te marchaste, dejándome tirada en el césped marchito de ausencias, cubriendo el olvido de tus ojos, con el manto de mis sueños muertos!
Y quedé como una doncella herida en las orillas de los mares tristes que lloraron la arrogancia de tu paso y me tuvieron pena…y el ángel de la muerte engalanado de añoranzas, recogió mis restos y sintió mis labios fríos…por la sombra de tu boca ausente!
Eileen
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