Y despacio hacia la noche me aproximo como un ajeno lucero en fuga…desdoblando con mis manos los pergaminos aplanados de tu cielo como terciopelos negros y avanzo sin hablar allí de madrugada, envuelta entre la niebla de tu vida y con vestiduras blancas puras, de linos con hilares de diamantes (pretendo tristemente ser tu estrella)
Y apenas titilante me evidencio ante el silencio rotundo de tu boca que calla la condena de mi alma…después de despedirte a solas con tu cálido mirar sin más palabras, que una lágrima desnuda que se asoma!
Y recojo de tus campos mi cosecha y los frutos madurados que dejaste como ofrendas a esta triste despedida…y llenando mis alforjas de caricias malheridas, me detengo...
Y te miro de frente vida, como quien contempla adolorida la imagen que se escurre de las manos, de los ojos, de la piel y de los labios...como cera derretida sobre un templo santo, donde yo te quise tanto y ahora estoy muriendo lento!
Eileen
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