Y arrastré mi manto sobre todos los valles vacíos y estériles de vida, donde pasó tu huella hambrienta succionando todo, como tu mirada (el tibio candor de mis ojos) y tus labios al beso sostenido por mi alma, secuela de lamentos y nostalgias a causa de tu infamia y tu soberbia…
Así como ese aroma triste que bebí en la boca, de lágrimas saladas y embriagada por el vino de tu ausencia, en las horas más funestas y alargadas, como el canto de la noche en selvas negras, cuando el lobo mal herido y mutilado, ha llorado en ese risco (su martirio), como amor, te lloro yo en este olvido, que no cesa de abrumar mi desatino…
Y sin prisa vida mía en esta ciénaga negrusca, he decidido mudar mi esencia y socavar ansiosa de las fauces de la tierra, tu sórdido recuerdo enterrado hasta mis venas…y así…como desnuda en la agonía de mi propia podredumbre, me revuelco en los espacios que dejaste y grito en el silencio de la noche quieta, este dolor que me flagela y me agrieta como heridas sin fronteras, más allá de las fisuras de mi alma y mi tristeza…
Y llego a reposar cansada de avanzar sin fuerzas, en este largo caminar hasta tu sombra y me desplomo…allí, sobre el viejo pabellón de tu silencio y entonces, mi silencio llora!
Eileen
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