Estaba parada en la alcoba y mis ojos se cruzaron de frente con mi memoria inquieta, cuando vi tu retrato llano colgado en las paredes de la casa (murmurando apenas mi nostalgia) y ese aroma tuyo que me cala hondo, me arrancó la calma…
Mis ojos se fijaron en la nada (y se calló mi boca) que en silencio insomne pronunció tu nombre y me tembló la vida, y mis manos tibias sujetaron tus caricias vagas en la almohada fría que acunó tu ausencia y que también te llama.
Y de pronto me sentí invadida por el peso sobrio de tu amor desierto y tu partida…y te gritó mi alma…ay tímido desquicio que se pierde entre la gente y la distancia y me acompaña en este caminar noctámbulo y dolido donde no hay olvido.
Apenas pestañeé de pena con mis ojos negros como noche eterna (y una estrella que rodó en mi rostro de sabor salado como mi tristeza) me tendió la mano y me llevó a la puerta donde se termina mi añoranza y empieza mi tormento, en esas calles frías, de piedra y desoladas, donde camino tanto hacia mi destierro, destino que me clama como herencia rota de un pasado muerto!
Y miro sin volver mi rostro…tu retrato…que llevo colgado en las manos, en mis labios, en mis ojos y en mi rostro…y vaya a donde vaya me acompañas sin descanso!
Eileen
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