HISTORIA DE UN DESAMOR
La niebla llegaba despacio y el sol se ocultaba sereno en mi cornisa fría por ese invierno leve que sacudió mi alma en pena…y apenas suspiré (y me brotó una lágrima sombría) que tímida cayó por mi rostro pálido de llorar angustias (en esas horas largas y constantes) donde el viento repite tu nombre y mi tristeza la calla sin consuelo, en ese gritar del alma que resuena tanto en mi alcoba inquieta, así como mis sueños, mis labios, mis manos y hasta mis poros acariciando vacíos abiertos y espacios cerrados, donde ya no cabe nada, más que el mutis de un recuerdo, que me mira sigiloso y como ausente, cuando de reojo lo contemplo triste y lo invito a irse de mi pabellón dorado, de cortinajes rotos, que cayó de golpe en el último acto de nuestras vidas juntos, en ese teatro quebradizo de memorias, donde tantas veces nos amamos como tristes arlequines sin sus cuerdas.
La noche asoma por mis párpados, que se cierran a tus años mustios, acomodados en silencio y danzando en este pecho, que palpita como una cripta abierta, en la oscuridad de un mausoleo antiguo, donde todos los fantasmas de mi aurora desvanecen y mueren en tus ojos de calaveras blancas y abismos negros, donde yo me pierdo.
Y sentada en el andén de aquella vieja estación de nuestros sueños, el tren vacío con destino hacia el olvido emite su último silbato, anunciando con pena su destierro, en esa triste despedida de tus labios!
Eileen
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