CANSANCIOS

miércoles, 26 de enero de 2011




Cuanta fatiga se acumuló en mi garganta de tanto pronunciar tu nombre y gritarlo a los cuatro vientos en ese cambio de estaciones de mi alma, donde dejé esparcidas como hojas de otoño tantas penas y miserias, mientras recogía con las manos desnudas y apuradas las primaveras que cayeron de mi regazo eterno, después de vivir contigo los sueños mas amargos y morir ante tus ojos como un atardecer perdido.

La voz se me rompió a pedazos como cristales, porque tu nombre fue pronunciado tanto, que me dolió aprender a caminar sobre mis pasos, para regresar a los silencios de mi alma, donde te sepulté con mi tristeza, pero reviviste como un necio en mi añoranza y evitaste tu condena, al dejarme en el olvido como un huérfano del alma, que perdido, se vio de frente ante la sola bastedad de tu recuerdo!

Eileen

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